jueves

Javier Gonzales presenta a Mohamed al-Zammar

El año pasado tuve la posibilidad de llevar a cabo una columna a partir de la figura del pianista y director de orquesta argentino-israelí Daniel Barenboim, destacando su compromiso con la paz en el conflicto de  Medio Oriente.
En esta ocasión me gustaría referirme a un artista plástico palestino de 31 años: Mohamed al-Zammar, que vive con su mujer y sus cuatro hijos en el campo de refugiados de al-Bureij, en la Franja de Gaza (un territorio de 380 kilómetros cuadrados habitado por 1.500.000 de personas).
A a partir de diciembre 2008, luego de cada ataque perpetrado por las fuerzas israelíes en la Franja Zammar se dirige a los lugares bombardeados para recoger los proyectiles, misiles y balas y llevarlos a su casa.
Una vez en su hogar, el artista limpia y pinta con colores vivos el material recogido (que constituye la materia prima de su obra) y escribe mensajes, algunos de ellos inspirados en el poeta palestino Mahmud Darwish.
Algunos de los mensajes, escritos en árabe y en inglés, dicen:

“Queremos la paz”
“Nos quedaremos en esta tierra”
“Sus misiles no van a asustarnos”
“Sonría, Usted está en Gaza”

Sin embargo, aunque parezca difícil de comprender, Zammar suele tener dificultades para obtener el material que utiliza. Cuenta el artista que muchas veces las familias desean conservar el pedazo de bomba que mató a un hijo o destruyó su casa; y es entonces que él intenta explicarles que a través del arte es posible lograr que esas armas se conviertan en un mensaje pacífico, además de poner de manifiesto la violación de los derechos civiles del pueblo palestino por parte de Israel.
Cabe destacar que su inspiración llegó, en parte, de un grupo de niños israelíes, quienes escribieron en los misiles lanzados desde Gaza mensajes pidiendo que los ataques cesaran.
Resultan por demás ilustrativas las palabras expresadas respecto del objetivo que se ha trazado:

“Mi mensaje para todo el mundo es que los palestinos no son terroristas, sino que aman la paz y la vida, y aunque Israel esté atacándonos con misiles y bombas, matando a mucha gente inocente, se puede lograr que un arma tenebrosa se convierta en una hermosa obra de arte”.

Una vez más, el arte aparece como un instrumento válido para intentar frenar una escalada de violencia, odio y sinsentido que parece no tener fin.

Con el afecto de siempre.