martes

PROGRAMA 31 BLOQUE 4 - ASOCIACION LIBRE DE IDEAS - PARTE 3

PROGRAMA 31 BLOQUE 3 - ASOCIACION LIBRE DE IDEAS - PARTE 2

PROGRAMA 31 BLOQUE 2 - ASOCIACION LIBRE DE IDEAS - PARTE 1

PROGRAMA 31 BLOQUE 1 - ASOCIACION LIBRE DE IDEAS - IMPROVISACION

PROGRAMA 30 BLOQUE 4 - DUO UHART CECCHI - PARTE 2

PROGRAMA 30 BLOQUE 3 - DUO UHART CECCHI - PARTE 1

PROGRAMA 30 BLOQUE 2 - JAVIER GONZALEZ PRESENTA A FRIEDRICH NIETZCHE

PROGRAMA 30 BLOQUE 1 - EL ARTE INVERTEBRADO PROYECT - SESION 12 (DANI+PELA+JAVI)

miércoles

El gran Jimmy

Oscar Fasanelli - Improvisación con guitarra de 10 cuerdas

The Rollings Stones

JAVIER GONZALEZ PRESENTA LA COMUNA DE PARIS

El acontecimiento al que me quiero referir en esta ocasión se produjo la ciudad de París, a finales del siglo XIX, y es comúnmente llamado “Comuna de París”, considerado la primera experiencia histórica de un gobierno proletario que tuvo lugar entre el 18 de marzo y el 28 de mayo de 1871.
El movimiento fue protagonizado  principalmente por la clase obrera francesa, aunque también formaron parte del mismo otros estratos tanto sociales como políticos: la pequeña burguesía, miembros de la Guardia Nacional y partidarios régimen republicano.
En este punto resulta imprescindible, para una mejor comprensión del proceso que quiero narrar, mencionar algunos antecedentes, así como también el contexto histórico en el que se produjeron los hechos.
En Francia no era ajena la idea de constituir una república. Con la Revolución de 1789 y luego del derrocamiento de Luis XVI fue instaurada la Primera República, cuya existencia se prolongó desde 1792 hasta 1804, cuando Napoleón Bonaparte la disolvió para proclamarse emperador.
La Segunda República se extendió desde 1848, tras la revolución que destronó al rey Luis Felipe I, hasta 1852, cuando Luis Napoleón Bonaparte instauró el Segundo Imperio.
El 19  de julio de 1870 estalló la guerra entre el Segundo Imperio Francés y el Reino de Prusia (que luego sería Alemania) y que culminó con la derrota de las tropas francesas en la batalla de Sedán, comandadas por el emperador Napoleón III. El resultado de ese conflicto significó para Francia la cesión a Prusia de las provincias de Alsacia y Lorena y el pago de una indemnización de guerra.
La derrota militar desencadenó la proclamación de la Tercera República y el establecimiento de un Gobierno de Defensa Nacional, todo ello en medio de la furia popular contra Napoleón III.
El nuevo régimen no pudo reconstruir un ejército francés capaz de levantar el asedio que las tropas prusianas provocaron sobre París, a la que sitiaron entre septiembre de 1870 y enero de 1871, infringiendo a su población privaciones y hambruna.
El Gobierno de Defensa Nacional, luego de pactar un armisticio con los prusianos, consigue celebrar elecciones que proclaman a Adolphe Thiers como presidente y determinan la conformación de un congreso con mayoría absoluta en favor de los “monárquicos”.
Ahora bien, la Guardia Nacional, que estaba conformada por individuos de clases populares y miembros de la pequeña burguesía, mantuvo un gran resentimiento con el Gobierno de Defensa Nacional ya que éste no había logrado impedir la rendición de la ciudad de París, motivo por el cual aquella,  rehusándose a entregar a las tropas gubernamentales sus cañones y armas pesadas, se subleva y toma el control de la ciudad instaurando a partir del 18 de marzo de 1871 un gobierno municipal popular conocido como la “Comuna de París”, en oposición al  de Thiers, quien instalado en Versalles inicia una campaña militar en contra los sublevados.
Los trabajadores parisinos, influenciados por ideas socialistas, arrebatan por primera vez el poder a la burguesía e intentan construir una nueva sociedad.
La rendición del ejército francés en la guerra franco-prusiana fue vivida por parte de los trabajadores como una traición de la burguesía, y a partir del apoderamiento de las armas de los arsenales, éstos organizan la resistencia y comienzan a exigir cambios revolucionarios.
París se transformó en una ciudad sitiada y en una inmensa barricada. Se realizaron elecciones libres de donde surgió el primer gobierno obrero, el que dispuso, entre otras medidas, las siguientes: eduación laica, gratuita y obligatoria, abolición del trabjo nocturno, reducción de la jornada de trabajo,  moratoria sobre los alquileres, concesión de pensiones a las viudas y huérfanos de miembros de la Guardia Nacional, la separación entre la Iglesia y el Estado.
Los comuneros disolvieron, además, el ejército regular, sustituyéndolo por la Guardia Nacional democrática, esto es, el pueblo en armas. La propiedad privada de los que se quedaron fue respetada, expropiándose sólo la de los grandes propietarios que huyeron. Se establecieron cooperativas en los talleres abandonados por sus patrones y hubo libertad de prensa, de reunión y asociación.
En este punto cabe destacar el rol importantísimo desempeñado por las mujeres en todo este proceso. Si bien los trabajadores en general padecían precarias condiciones de vida,  ellas sufrían una doble explotación: como mujeres y como trabajadoras, despojadas de cualquier derecho y sometidas enteramente al padre o al marido. Participaron de todas las tareas,  trabajando en las fábricas de armas y municiones, haciendo uniformes, desempeñándose como personal de los hospitales improvisados, construyendo barricadas  y proporcionando alimentos y bebidas a los soldados. Hasta conformaron un batallón, compuesto por 120 mujeres, que peleó con coraje en la última semana de existencia de la Comuna.
Ante el temor de que el fenómeno se extendiera por el resto de Europa, los prusianos devolvieron al gobierno francés todas las tropas que mantenían prisioneras, a los fines de poder ser utilizadas en la represión de los comuneros.
El 21 de mayo de 1871 un ejército regular de 180.000 hombres se lanzó a la conquista de París y una semana después el resultado de la brutal acción arrojó unos 30.000 comuneros fusilados y alrededor de 40.000 de ellos fueron enviados a las colonias a realizar trabajos forzados, en donde la mayoría murió.
Sin embargo, algunos consiguieron escapar y varios de ellos llegaron a la Argentina, algunos a la ciudad de Rosario, donde continuaron difundiendo ideas socialistas y anarquistas y participando en la formación de las primeras organizaciones obreras de nuestro país.
A pesar de la derrota, la acción de los obreros franceses dejó una profunda reflexión en el campo socialista. Marx produjo diversos trabajos y concluyó que la “Comuna de París” había sido la expresión de una lucha de clases en un país en pleno desarrollo capitalista. En menos de 50 años otro gobierno proletario habrá de conformarse a partir de los acontecimientos acaecidos en la Rusia zarista con la revolución protagonizada por los bolcheviques.
Tal vez resulte pertinente concluir esta columna con palabras del propio Marx, quien anunció: “El París obrero, con su Comuna, será celebrado como heraldo glorioso de una sociedad nueva. Sus mártires reposan en el gran corazón de la clase obrera. En cuanto a sus exterminadores, la historia ya los ha condenado a una picota eterna, de la cual no los liberarán todas las plegarias de sus sacerdotes”.

viernes

JAVIER GONZALEZ PRESENTA EL IMPRESIONISMO EN LA PINTURA

En esta oportunidad me gustaría abordar un tema relacionado con el arte, más precisamente con el impresionismo en la pintura. Se trató de un movimiento surgido en París a finales del siglo XIX, considerado el punto de partida del arte contemporáneo, que apareció como consecuencia del desacuerdo con las encorsetadas fórmulas preconizadas por la Academia Francesa de Bellas Artes, la cual patrocinaba las exposiciones oficiales del Salón parisino. En este punto cabe aclarar que a mediados del siglo XIX el Salón era la única vía con la que los artistas contaban para poder triunfar. A principios de la década de 1860 comenzaron los cuestionamientos al sistema y a los jurados, respecto de la selección de las obras a exponerse. Tanto fue así que en 1863 más del sesenta por ciento del arte enviado al Salón fue rechazado. Por tal motivo, el emperador Napoleón III dispuso que las obras que no habían sido aceptadas por la Academia se exhibieran en el llamado “Salón des Refusés” (“Salón de los Rechazados”), destacándose, entre ellas, una pintura de Eduard Manet, titulada “Desayuno en la hierba” (conocida también como “Merienda campestre”), la cual produjo furia y escándalo entre el público. La razón de semejante reacción estuvo motivada en el hecho de que el desnudo pintado por el artista no formaba parte de mito clásico alguno ni de un mensaje alegórico. En la tela se observa a una mujer desnuda entre dos hombres vestidos a la moda. A pesar de rechazar el calificativo, Manet es considerado el primer pintor impresionista, ya que mostró de qué manera podían obtenerse sutiles representaciones de luz a partir de la yuxtaposición de colores fuertes y contrastados. Los impresionistas, rehuyendo de las penumbras del atelier y de las rígidas normas del academicismo pintaron al aire libre buscando la belleza en la naturaleza, exaltando la continua mutación de las luces y los colores en el paisaje y las figuras. El objetivo fue conseguir una representación del mundo espontánea y directa, para lo cual se preocuparon más por captar la incidencia de la luz natural sobre el objeto que por la exacta representación de su formas, ello debido a que la luz tiende a difuminar los contornos y a reflejar los colores de los objetos circundantes en las zonas de penumbra. De ese modo, eliminaron los detalles minuciosos y las formas fueron tan sólo sugeridas, consiguiendo así ofrecer una ilusión de realidad aplicando directamente sobre la tela pinceladas cortas y yuxtapuestas, que mezcladas por la retina del observador desde una distancia óptima aumentaban la luminosidad de la obra. Sin embargo, los intentos por plasmar efectos de la luz natural no eran nuevos. En el siglo XVII Jan Veermer y Diego Velázquez; y Francisco de Goya, en el siglo siguiente, captaron la impresión lumínica mediante la eliminación de sombras secundarias y la introducción de zonas de luz en detrimento de la nitidez de los contornos. Más cercanos aún, los ingleses Constable y Turner, junto con los pintores de la Escuela de Barbizón constituyeron, asimismo, antecedentes del movimiento impresionista francés. En tal sentido, Camille Corot, miembro circunstancial de dicha escuela, interpretó los fugaces cambios lumínicos en una serie de temas pintados a diferentes horas del día. De igual modo, los maestros Boudin y Courbet enseñaron a sus discípulos a expresar un sentimiento de espontaneidad en sus obras y a buscar la inspiración en la vida cotidiana, respectivamente. Las principales figuras de este movimiento fueron Claude Monet, Edgar Degas, Camille Pisarro y Auguste Renoir, habiéndose realizado el 15 de abril de 1874 la primera exposición impresionista, la que se llevó a cabo en París, en un salón propiedad de un fotógrafo (a los impresionistas les interesó la fotografía por su instantaneidad). Inicialmente la crítica trató con dureza a los impresionistas ya que atribuían la falta de acabado de la obras a la supuesta pereza de los artistas. El término impresionista, adoptado oficialmente durante la tercera exposición celebrada en 1877, fue utilizado por primera vez, en tono de burla, por el crítico Leroy en la revista Charivari para denominar el cuadro de Monet titulado “Impresión, amanecer”, de 1872. En 1886 se celebró la última exposición de esta escuela (fueron apenas ocho en total), no obstante lo cual su influencia fue enorme en los movimientos artísticos que se desarrollaron durante las décadas posteriores. Tan sólo Monet fue ortodoxo en la aplicación de la teoría impresionista. Resultan claros ejemplos de tal influencia el puntillismo ejercido de George Seurat, quien ejecutó sus obras en base a pequeños puntos de color aplicando así una derivación de la teoría impresionista; aAsí como también cabe citar los casos de los postimpresionistas Paul Cézanne (que anticipó el cubismo), Henri Toulouse-Lautrec, Paul Gauguin y Vincent van Gogh (estos últimos representando el inicio del expresionismo). Con afecto.

viernes

JAVIER GONZALEZ PRESENTA KARL MARX - PARTE 2

Hoy quisiera concluir con la descripción de algunos de los múltiples conceptos que conforman el pensamiento de Karl Marx. Antes que nada cabe resaltar lo pasional de su filosofía. Cree que el hombre, una vez tomada conciencia de su situación ignominiosa, habrá de rebelarse con indignación ante la injusticia y la opresión que padece. Marx representa la eterna voz de la rebelión ante la situación humillante por la que atraviesa la clase obrera. Desde su esquema de pensamiento Marx necesita que la burguesía triunfe a nivel mundial, para que a partir de su consolidación surja el sujeto histórico que terminará por enterrarla: el proletariado. Por tal razón estudia la dinámica de la burguesía, cuya característica esencial se vincula con la expansión o bien, utilizando una terminología de nuestros días, con la globalización. Tal vez el mejor ejemplo de ese carácter expansivo por parte de la burguesía deba hallarse en el mal llamado “Descubrimiento de América”, ya que a partir de esa circunstancia la creación de un nuevo mundo fue posible y cuya existencia resultó determinante para el posterior surgimiento del capitalismo, tal como veremos más adelante. Ahora bien, esta concepción de la historia, a partir de la cual la burguesía necesariamente debe adueñarse de toda la territorialidad del planeta para que surja luego el proletariado revolucionario que la negará, condenó al mundo colonial a tener que esperar el ser conquistado por los países de la metrópoli. Esta visión del mundo, por ejemplo, llevó a Marx a estar en contra de Simón Bolivar, así como también de cualquier intento que retrasara la consolidación burguesa. En este punto cabría plantearse el porqué del fracaso, en la práctica, de las ideas concebidas por Marx. En primer lugar resulta evidente que en los países más desarrollados del mundo la burguesía, lejos de ser enterrada por el proletariado, se muestra cada vez más fuerte y ha ocurrido más bien lo contrario. Por otro lado, analizando los ejemplos de la ex Unión Soviética, China y Cuba, donde se intentaron llevar a la práctica las ideas de Marx, es posible corroborar la total ausencia de una burguesía consolidada, habiéndose tratado, en los tres casos, de poblaciones esencialmente campesinas. Ante tal carencia fueron las vanguardias las protagonistas de las revoluciones, y no las masas. Tales vanguardias, sintiéndose dueñas de la verdad revolucionaria, crearon “el partido”, se fijaron como objetivo educar al pueblo, que no contaba con una ideología revolucionaria, e hicieron de la ideología un dogma. La administración de ese dogma, al que toda la sociedad debió someterse, quedó a cargo de la burocracia del partido, el cual eligió a un líder que terminó por convertirse en un Dictador Revolucionario. De tal manera, al no preverse la formación de cuadros, las revoluciones quedaron detenidas en el tiempo y fracasaron irremediablemente. Para finalizar me gustaría hacer referencia, brevemente, a tres conceptos claves en el pensamiento marxista. Éstos son la plusvalía, la acumulación del capital y el fetichismo de la mercancía. Con relación al primero de ellos Marx realiza un análisis de las mercancías y establece, respecto de éstas, dos aspectos característicos: el valor de uso o el valor de cambio, según sea la intención de su propietario, esto es, su uso personal o su venta. A tales efectos consideró que el valor de las mercancías resulta equivalente al tiempo de trabajo socialmente necesario para construirlo; y que el valor de la fuerza de trabajo se encuentra constituido por todo aquello que contribuye a mantener viva la fuerza de trabajo (vivienda, ropa, comida, etc. del trabajador y su familia). Ahora bien, en su análisis Marx arriba a la conclusión de que el obrero produce más que el valor de su fuerza de trabajo y a ese exceso de horas no remuneradas lo llama plusvalía. En otro orden, en el Capítulo XXIV de “El Capital” menciona, respecto de la acumulación del capital que “El capital viene al mundo chorreando lodo y sangre”, ya que ésta se perpetró, según su criterio, como consecuencia del saqueo colonial iniciado con Cristóbal Colón, y continuado por los conquistadores españoles y los piratas británicos. Finalmente, con relación al fetichismo de las mercancías Marx sostiene que el deslumbramiento que provoca un objeto vela las condiciones de su producción, verificándose la paradoja de que un objeto bello o vinculado a una emoción bien podría haber sido construido o elaborado bajo la más humillante explotación y, sin embargo, tal circunstancia quedaría oculta a nuestra mirada. En definitiva, si los hombres se desarrollan mirando, comprando y deseando mercancías la vida deviene cosa y todos terminamos transformados en ellas. Con afecto.

martes

JAVIER GONZALEZ PRESENTA KARL MARX

En esta ocasión, intentando darle a estas charlas una cierta coherencia argumental, me gustaría referirme a Karl Marx, considerado el más brillante referente entre todos aquellos que conformaron la denominada izquierda hegeliana. Marx, un hombre del siglo XIX, nace en el antiguo reino de Prusia en el seno de una acomodada familia judía. Su padre fue un abogado de ideas liberales y cuando Prusia anexó la zona de Renania los judíos ya no pudieron actuar en la administración de justicia. Por tal motivo toda la familia adhiere al protestantismo. Estudió Derecho, Filosofía histórica, historia del arte, literatura y ejerció el periodismo. El concepto fundamental que Marx toma de Hegel, en su condición de discípulo de éste, es el de la negación en la historia, esto es, la dialéctica. En tal sentido, plantea que del mismo modo que la burguesía negó al feudalismo, el proletariado negará (es decir, combatirá y superará) el orden burgués para instalar, en una suerte de instancia superadora, una sociedad sin clases (llamada “sociedad genérica”) en la que no existirá explotación del hombre por el hombre. En definitiva está convencido de que la burguesía ha engendrado a su enterrador: el proletariado. Asimismo, tomará de la dialéctica del amo y el esclavo el concepto del esclavo trabajador. En este punto cabe destacar que el estudio que Marx lleva a cabo se relaciona con el proletariado industrial británico y era en Inglaterra donde la revolución industrial había alcanzado su máximo desarrollo. A continuación quisiera referirme al concepto “materialismo histórico”. Se trata en realidad de la concepción que Marx tiene de la historia. El proletariado trabaja con la materia y este pensador concibe a la historia como una materia, de allí que focaliza su estudio en las relaciones de producción, en las clases sociales y en los conflictos sociales y políticos. Sostiene que “La historia de las sociedades es siempre historia de las luchas de clases”. El desarrollo de estos temas es llevado a cabo en sus obras “El manifiesto comunista” y el “El Capital”. Ahora bien, otra cuestión que no debería ser pasada por el alto en el pensamiento de Marx es aquella vinculada con la religión. Su famosa frase, muchas veces mal interpretada, “La religión es el opio de los pueblos” debe ser analizada adecuadamente. Él cree que la filosofía debe estar al servicio de tornar explícita la humillación a la que se encuentra sometida la clase obrera (“hay que hacer la ignominia más ignominiosa, pensándola, haciéndola conocer”). Sostiene que al tomar conciencia el obrero de la situación de indignidad en la que vive, ésta se volverá intolerable para quien la padece. Por el contrario, si alguien que vive una humillación y no toma conciencia de ello, bien podría vivir de ese modo toda su vida. En resumen, la lucha de Marx consiste en que los humillados tomen conciencia de su situación ignominiosa y se revelen contra ese estado de cosas. Afirma que la religión, al prometerle al hombre una eternidad celestial como recompensa, adormece esa lucha por superar la indignidad social (“los hombres no pueden pensar en el Reino de los Cielos”). No se trata de ocuparnos del Cielo sino de la Tierra, que es el lugar donde los hombres sufren y son humillados. Tal vez el antecedente de esta concepción puede ser encontrada en la obra de otro discípulo de Hegel, Ludwig Feuerbach, quien escribió una crítica a la religión (del mismo modo que luego se encargarán de hacer Nietzsche y Sartre) a la que llamó “La esencia del cristianismo” y en la que plantea básicamente un ateísmo humanista en el que no existe el alma y el hombre perece como individuo pero no como especie. Así las cosas, Dios es en realidad una entidad proyectada por los hombres, creada para paliar la angustia existencial derivada de la falta de ciertos atributos que la humanidad posee como género aunque no cuando se la considera individualmente, tales como la inmortalidad, la omnipresencia y la omnipotencia. Sin dudas la pensamiento de Marx encarna una filosofía de la praxis y en la tesis 11 de su obra “Tesis sobre Feuerbach” expresa, a modo de conclusión, que hasta ahora “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”. Con afecto. Javier H. González de Kehrig

miércoles

PROGRAMA 25 BLOQUE 4 - ALIBABA Y LOS 40 LADRONES IMPROVISANDO - CULUTI (PAULA VIDAL)

PROGRAMA 25 BLOQUE 3 - LOS ALTAMIRA EN CALL CENTER (CIA DE SEGURO Y ASISTENCIA AL SUICIDA) - LEO MASLIAH - ALIBABA Y LOS 40 LADRONES

PROGRAMA 25 BLOQUE 2 - JAVIER GONZALEZ PRESENTA A KARL MARX

PROGRAMA 25 BLOQUE 1 - EL ARTE INVERTEBRADO PROYECT - SESION 7 (PELA+JAVI)

DESDE LA TRIBUNA PASO POR ARTE INVERTEBRADO


JAVIER GONZALEZ PRESENTA LA DIALECTICA DEL AMO Y DEL ESCLAVO DE HEGUEL

Hoy me gustaría retomar el análisis de la obra del filósofo que forma parte de la trilogía de los pensadores más importantes del idealismo. Me estoy refiriendo a Hegel y más específicamente  a un fragmento incluido en su obra célebre “Fenomenología del espíritu”, escrita a principios del siglo XIX, en el cual desarrolla lo que se dio en llamar “La dialéctica del amo y el esclavo”.
Vale recordar que para Hegel sujeto y objeto son la misma cosa, representados por el hombre y por la historia humana, respectivamente.
En ese contexto se plantea acerca del origen de la historia, concretamente se pregunta cómo comenzó ésta.
En definitiva lo que está intentando conocer es el inicio de las relaciones humanas.
Para Hegel la historia comienza a partir del enfrentamiento a muerte de dos deseos, más exactamente de dos conciencias deseantes.
En este punto cabe efectuar una distinción entre el deseo humano y el deseo animal. Éste desea cosas, mientras que el hombre desea deseos.
Ambas conciencias desean que la otra la reconozca y se le someta.
Producto de este enfrentamiento una de las conciencias, por miedo a morir, resigna sus deseos y acepta su derrota, constituyéndose a partir de ese momento las figuras de amo y esclavo.
Sin embargo, el amo queda en estado de absoluta insatisfacción pues quien lo reconoce y se le somete no es sino apenas un esclavo. Alguien a quien no puede considerar un par suyo.
El esclavo, por su parte, comienza a trabajar para el amo, el cual se transforma en un ser ocioso y pasivo. Como consecuencia de su labor el esclavo trabaja la materia, y a partir de la transformación que provoca en ella construye la cultura y descubre su libertad, ya que, aún en la situación más humillante, el obrero siempre elegirá el momento y la manera en la que llevará a cabo su tarea.
Resulta entonces paradójico que la historia humana tendrá como protagonista principal al esclavo, toda vez que el amo, entregado al goce de las cosas y  la pasividad, emparenta sus deseos con los del animal.
Para finalizar esta columna, quisiera justificar el porqué será el materialismo el tema intentaré desarrollar inmediatamente en futuros programas.
Hegel expresó el triunfo de la burguesía, lo cual trajo aparejado el surgimiento de un nuevo sujeto histórico, el proletariado.
La característica esencial de la clase obrera es que trabaja con la materia y el filósofo que surge para expresar a este nuevo sujeto es el alemán Karl Marx, el cual elabora un pensamiento filosófico denominado “materialismo histórico”, que parte de la materia y se inspira en la figura del esclavo hegeliano. De allí la cercanía ideológica entre Hegel y Marx en el pensamiento revolucionario de izquierda.

PROGRAMA 24 BLOQUE 6 - DESDE LA TRIBUNA - PARTE 3

PROGRAMA 24 BLOQUE 5 - DESDE LA TRIBUNA - PARTE 2

PROGRAMA 24 BLOQUE 4 - DESDE LA TRIBUNA - PARTE 1

PROGRAMA 24 BLOQUE 3 - JAVIER GONZALEZ PRESENTA HEGEL - CLARI NESA LEE A QUINO

PROGRAMA 24 BLOQUE 2 - ALEJANDRO APO LEYENDO UNA SONRISA EXACTAMENTE ASI DE SACHERI - EL CULEBRON TIMBAL

PROGRAMA 24 BLOQUE 1 - EL ARTE INVERTEBRADO PROYECT - SESION 6 (PELA+JAVI)

PROGRAMA 23 BLOQUE 7 - TANA SPINELLI Y HORACIO CUADRELLI - PARTE 5

PROGRAMA 23 BLOQUE 6 - TANA SPINELLI Y HORACIO CUADRELLI - PARTE 4

PROGRAMA 23 BLOQUE 5 - TANA SPINELLI Y HORACIO CUADRELLI - PARTE 3

PROGRAMA 23 BLOQUE 4 - TANA SPINELLI Y HORACIO CUADRELLI - PARTE 2

martes

PROGRAMA 23 BLOQUE 3 - TANA SPINELLI Y HORACIO CUADRELLI - PARTE 1

PROGRAMA 23 BLOQUE 2 - EL ARTE INVERTEBRADO PROYECT - SESION 5 (PELA+FIGA)

PROGRAMA 23 BLOQUE 1 - EL ARTE INVERTEBRADO PROYECTO - SESION 4 (PELA+FIGA)

JAVIER GONZALEZ PRESENTA HEGEL

En programas anteriores estuvimos conversando acerca de dos pensadores pertenecientes a la filosofía idealista, esto es aquella escuela que, en su intento por conocer y comunicar la realidad, parte del sujeto y no desde el objeto. Me estoy refiriendo al francés Descartes y al alemán Kant.
En esta oportunidad haré mención a quien completa la trilogía, el filósofo Georg Wilhelm Friedrich Hegel, a quien debemos ubicar en la segunda mitad del siglo XVIII y primera mitad del siglo siguiente.
Hegel es considerado el filósofo de la revolución francesa, ya que del mismo modo que en el plano político la burguesía capitalista europea se apodera de la totalidad del poder; en el aspecto filosófico tal situación encuentra su correlato en un apoderamiento racional de la totalidad de la realidad. A este respecto el pensador declara: “La historia es mi materia” y “La historia es lo que tengo que pensar”.
Para Descartes la única certeza, el único conocimiento acerca de cuya verdad no puede dudarse, se vincula con el cogito (su frase: “cogito, ergo sum” debe traducirse como “pienso, luego soy”), es decir, con el primer conocimiento seguro y con el fundamento de cualquier otra verdad. Sin embargo, con relación al mundo exterior, al que llamó “res extensa”, recurre a la veracidad divina, o sea, a la ayuda de Dios.
En el caso Kant habíamos visto que, prescindiendo de la ayuda divina, partía de un sujeto cognoscente, quien en definitiva es el que le da forma a la realidad, aunque reconocía que la realidad en sí resultaba incognoscible. Esta última circunstancia tiene su correlato en el plano político con el hecho que la burguesía, hasta ese momento, no se había adueñado aún de todo el poder.
Por el contrario, para Hegel los términos “sujeto” y “objeto” (en este último caso son sinónimos “materia “ o  “sustancia”) son lo mismo. Para él, el sujeto es el hombre, y el objeto, la historia humana, y ambos se van haciendo al mismo tiempo.
La historia humana es la historia del desarrollo autoconsciente del espíritu, y el hombre, a su vez,  va dándose forma a través de la historia para constituir lo que que Hegel llamó un saber o espíritu absoluto.
De esta forma la razón se apropia de toda la realidad, entendiendo a ésta como la realización de la historia  humana y como el desenvolvimiento dialéctico de la historia del hombre.
En definitiva, la historia y el sujeto que la hace son la misma cosa.
Ahora bien, cabe en este punto explicar la forma en la que, para Hegel, se produce el desarrollo histórico. El mismo es teleológico (del griego “telos” que significa “fin”) porque Hegel estudia la finalidad de la historia. Para él, lo hechos históricos tienen un sentido y se desarrollan linealmente.  Cada desarrollo, a su vez, constituye una totalización de las formas históricas anteriores, esto es,   contiéndolas. Esta circunstancia lo lleva a declarar que: “Ahora la historia en mí se sabe a sí misma”. Es decir, habiendo partido de los griegos la historia, según Hegel, concluye en él.
La mencionada totalización puede ser resumida a través de tres grandes momentos: a) afirmación; b) negación; y c) negación de la negación. Tal vez un ejemplo de este desarrollo histórico podríamos encontrarlo en el orden feudal (primer momento: afirmación), en la burguesía que se apodera del poder político (segundo momento: negación) y finalmente, en un tercer momento (aunque sólo verificado en el plano teórico del pensamiento de Karl Marx) constituido por el surgimiento del proletariado que vence a la burguesía.
De esta manera, una vez alcanzada la totalización, el proceso no se detiene allí sino que vuelve a empezar y el hombre va haciendo su historia a través de rupturas, quiebres y negaciones.
Finalmente, corresponde señalar que la mayores críticas que recibió la filosofía hegeliana se vincularon a la categoría de totalidad y fueron realizadas por parte del posmodernismo y el post estructuralismo, en el sentido  que dichas escuelas consideran que la historia no tiene sentido ni progresa linealmente, sino que, realidad, se trata de una sucesión de infinitos fragmentos carentes de relación entre sí.

jueves

Javier Gonzalez presenta El Barroco

En esta ocasión, en un intento por darle a esta columna una cierta coherencia temporal, me gustaría referirme al Barroco, esto es, al movimiento cultural y artístico propio del siglo XVII que se desarrolló en Europa. A pesar de tratarse de una época de crisis, en el arte, y especialmente en la literatura, se vivió un momento de esplendor. Se trata en realidad de una evolución del arte renacentista, caracterizado por la exuberancia ornamental y la complejidad formal. En las obras de arte, recargadas con adornos superfluos, se destacó la profusión de la línea curva. En la literatura, la acumulación de elementos estéticos o conceptuales resultó muy marcada y los temas se centraron en el desengaño y el pesimismo, predominando los contrastes (luz y oscuridad, materia y espíritu y lujo y miseria). Durante la Edad Media el hombre había concebido la vida como un valle de lágrimas y la muerte, en ese contexto, resultaba, en ocasiones, como una suerte de liberación. Por el contrario el hombre renacentista consideraba a la vida como una etapa en la que había que disfrutar todo lo que fuera posible. El hombre del Barroco percibe al mundo como un conjunto de falsas ilusiones que acaba con la muerte. En España este movimiento transcurre bajo los reinados de los tres últimos reyes de la casa de Austria: Felipe III, Felipe IV y Carlos II, resultando evidente el contraste entre decadencia política y social, por un lado, y el florecimiento artístico, por el otro. En literatura se critica y se satiriza acerca de la ambición, el poder y el dinero. Por otra parte, lo breve de la vida, que es vista como un rápido paso hacia la muerte, es otro tema que atormenta a los hombres del Barroco. Producto de esta época de contrastes surgen dos corrientes literarias que se oponen pero que, sin embargo, persiguen el mismo fin: romper con el equilibrio clásico. El culteranismo cultiva la forma de las palabras, dejando en un segundo plano su contenido y utilizando un lenguaje ampuloso y culto; y el conceptismo, profundiza en el sentido de las palabras, pudiendo ser definido como una agudeza mental que da preferencia a las ideas con el fin de impresionar la inteligencia o el deseo de decir mucho con pocas palabras. Los recursos que utiliza el culteranismo son aquellos vinculados a: 1) el abuso de la metáfora con el fin de crear un mundo de belleza absoluta; 2) el uso frecuente de palabras tomadas del latín o del griego; 3) el abuso del hipérbaton, esto es, la alteración del orden de una oración, lo cual dificulta su comprensión; y 4) el uso de palabras parónimas, es decir, aquellas de un sonido parecido pero de diferente significado. Por su parte, los recursos del conceptismo se relacionan con: 1) el uso frecuente de metáforas, aunque no para embellecer sino para impresionar la inteligencia; 2) juegos de palabras, consistentes en la utilización de una misma palabra con diferentes significados; 3) un estilo breve y conciso (“lo bueno, si breve, dos veces bueno”); 4) la utilización de antítesis de palabras, frases o ideas, con el fin de impresionar y agudizar la mente. Los máximos representantes de estas dos tendencias fueron Luis de Góngora y Franciso de Quevedo, respectivamente. La obra culterana más importante de Góngora fue la “Fábula de Polifemo y Galatea”, de corte mitológico y que narra el apasionado amor entre el gigante Polifemo y la ninfa Galatea. Otra obra del mismo tenor es el poema “Las soledades”, en el que se exalta la naturaleza. También escribió sonetos en los que predominan las sátiras a sus enemigos, entre ellos, Lope de Vega y Quevedo. El estilo de Góngora se caracteriza por la utilización de un lenguaje poético muy elaborado, muy culto y muy selecto, lleno de metáforas originales. Quevedo, por su parte, escribió en prosa: la novela picaresca “Vida del Buscón llamado Pablos”; y además, obras ascéticas, filosóficas y políticas como “La cuna y la sepultura” y “Política de Dios”; y satírico-morales, como “Los sueños”. Sus poesías fueron publicadas recién después de su muerte en un libro titulado “Parnaso español”. Los temas de su poética son muy variados: poesía satírica y burlesca, ataques a Góngora y poesía filosófica de dolor por la decadencia de España. La personalidad literaria de Quevedo resulta extremadamente compleja ya que conviven en él el moralista riguroso, el satírico de afilado ingenio, el lírico de pureza exquisita y el escritor político de ideas claras, logrando demostrar a lo largo de su extensa obra su increíble dominio de la lengua.

viernes

In-Fusion de Marclli


Familia Museo


Javier Gonzalez presenta: Hume

En el programa anterior estuvimos hablando de la filosofía de Descartes, que planteó la duda metódica como un instrumento válido para poder alcanzar un conocimiento absolutamente cierto, más allá de toda posible duda.
En este contexto Descartes sostuvo que todo conocimiento sensible resultaba dudoso, fundando su postura en dos argumentos esenciales: a) las ilusiones de los sentidos (debería desecharse el saber que los sentidos proporcionan); y b) los sueños (no existen posibilidades de distinguir con absoluta certeza el sueño de la vigilia).
Así las cosas, según el racionalismo, el verdadero conocimiento es aquel que se logra con la sola y exclusiva ayuda de la razón, es decir, sin ayuda de la experiencia.
Ahora bien, el empirismo surge como un movimiento crítico del racionalismo, ya que sosteniendo una tesis contraria a éste, afirma que todo conocimiento deriva, en última instancia, de la experiencia sensible, única fuente de conocimiento sin la cual no sería posible lograr saber alguno.
La filosofía empirista llevó a cabo una saludable autocrítica de la razón, fijó sus límites y restringió sus posibilidades asentándola en el ámbito de la experiencia.
Para el racionalismo el ideal del conocimiento se hallaba en las matemáticas, donde los juicios son universales y necesarios, mientras que el empirismo lo encuentra en las ciencias naturales, cuyos juicios son particulares y contingentes.
El conocimiento de las cosas y de los procesos se logra mediante la sensibilidad, mientras que la razón se limita a ordenar lógicamente los materiales que los sentidos ofrecen.
Sus características fundamentales son: a) para conocer el mundo se ha de partir del propio sujeto, no de la realidad en sí; b) el origen del conocimiento deriva de la experiencia; c) la mente no contiene ideas innatas, sino que es como una hoja en blanco que debe llenarse a partir de la experiencia y el aprendizaje; d) la experiencia es el límite de la capacidad de la mente humana; e) cualquier idea compleja ha de ser explicada por combinación y mezcla de ideas simples; f) el  método adecuado para dirigir el pensamiento es el experimental e inductivo; g) es posible conocer las cosas y sus cualidades físicas pero las cualidades morales o estéticas no pueden percibirse ni tienen valor cognoscitivo, sino que la guía para la vida humana es el sentimiento.
El precursor de esta corriente fue el inglés Francis Bacon quien afirmó que el único método científico consistía en la observación y la experimentación y construye una teoría de la inducción, esto es, un razonamiento que va de lo individual a lo general.
Sin embargo, el representante más ilustre de esta escuela fue el escocés David Hume, quien vivió durante el siglo XVIII.
Hume, que fue un extraordinario escritor y ensayista sostuvo que todo conocimiento, en última instancia, procedía de la experiencia (externa o de los sentidos o íntima, esto es, la autoexperiencia).
Su fuerte residió en una extraordinaria capacidad para el análisis psicológico.
Puso la razón al servicio de la ética laica y de aspiraciones universalistas con sus ideas de libertad y derechos humanos.
De esta manera, el proceso de emancipación del hombre consistirá en erradicar las supersticiones de creencias dogmáticas y rechazar la tiranía de los mandatarios totalitarios, eligiendo en la vida propia en libertad.
Su estudio consistirá en un análisis de los hechos psíquicos de la propia experiencia,  a los que él llamará percepciones del espíritu (donde el término percepción resulta equivalente a cualquier estado de conciencia).
A las percepciones que se reciben de forma directa las llama impresiones, a las cuales, a su vez, divide en impresiones de la sensación (se relacionan con los sentidos y están referidas al “mundo exterior”); e impresiones de la reflexión (vinculadas a la propia interioridad).
Las percepciones derivadas, a las que Hume llama ideas, pueden ejemplificarse con los hechos de la memoria o de la fantasía. El recuerdo o la fantasía no son estados originarios sino derivados de una impresión.
Para Hume todos nuestros conocimientos derivan, directa o indirectamente, de las impresiones y el espíritu humano no tiene otra chance como no sea manipular los materiales que las impresiones suministran, valiéndose para ello de las leyes de asociación de ideas, de acuerdo con la siguiente clasificación: 1) asociación por semejanza; 2) asociación por contigüidad en el tiempo y en el espacio; y 3) asociación por causa y efecto.
En función de lo hasta aquí señalado, el principio fundamental del empirismo es planteado por Hume en los siguientes términos:
“...todos los materiales del pensar se derivan de nuestras sensaciones externas o internas. Sólo la mezcla y composición de éstas pertenece al espíritu y a la voluntad....” “...todas nuestras ideas o percepciones más débiles son copia de nuestras impresiones más vivaces”.
Los dos argumentos que utiliza Hume para probar el principio empirista se relacionan con lo siguiente: I) El análisis de nuestras ideas, por más complicadas o sublimes que sean, en última instancia se reducen siempre a impresiones; II) Si por defecto del órgano alguien no fuera capaz de experimentar sensación alguna, tendría la misma incapacidad para formar ideas correspondientes (un ciego no puede formarse noción de los colores ni un sordo de los sonidos).
Para finalizar, Hume concluye que los únicos campos de conocimiento legítimo son las matemáticas y las ciencias de la naturaleza, ya que el entendimiento humano, fuera de esos límites, no puede hacer otra cosa sino perderse en falacias y engaños.  
Con afecto.


Javier Hernando González de Kehrig

Javier Gonzalez presenta: Leonardo Da Vince

La semana pasada manifesté que Leonardo da Vinci bien podría ser calificado como un arquetipo y símbolo del hombre del Renacimiento.
Nacido en Vinci (Florencia) a mediados del siglo XV y muerto en Francia (en la ciudad de Amboise) en 1519, a los 67 años de edad.
Pintor, anatomista, botánico, científico, escritor, escultor, filósofo, ingeniero, inventor, músico, poeta y urbanista.
Estudió con el célebre pintor Andrea de Verrocchio y sus primeras obras de importancia fueron realizadas en Milán, al servicio del duque Ludovico Sforza.
Más tarde trabajó en Roma, Bolonia y Venecia, pasando sus últimos días en Francia, invitado por el rey Francisco I.
Su curiosidad infinita y su capacidad inventiva le permitieron alcanzar la estatura de ser considerado, tal vez, como la persona con el mayor número de talentos en distintas disciplinas que jamás haya existido.
En su condición de ingeniero, inventor y científico desarrolló ideas y proyectos que, si bien en muchos casos no llegaron a concretarse en la realidad de los hechos por ser muy adelantados a su tiempo, significaron un progreso enorme en áreas tales como las de la anatomía, la ingeniería civil, la óptica y la hidrodinámica. Diseñó el helicóptero, el carro de combate, el submarino y el automóvil.
Sin embargo, su fama mayor la obtuvo a partir de la pintura, siendo sus dos obras más célebres “La Gioconda” y “La Última Cena”.
La primera de tales obras es una de las más misteriosas en la historia del arte. Pintada al óleo, representa supuestamente a Lisa Gherardini, mujer de Francesco de Giocondo, aunque existen versiones que apuntan a que en realidad se trata de un autorretrato, en versión femenina, de Leonardo.
Por otra parte, los historiadores han confirmado la presencia de un código oculto, compuesto de letras y números, que se encuentra disimulado en los ojos de la mujer. En el ojo derecho pueden leerse, con la ayuda de una lupa, las iniciales LV (presumiblemente aluden al nombre del autor), mientras que en el ojo izquierdo se perciben símbolos que aún no han podido ser determinados con certeza, atento lo antiguo de la obra.
En 2007 un estudio permitió detectar que los dedos de la mano izquierda quedaron incompletos, no descartándose que se hubiera tratado de un discurso alegórico. Del mismo modo, el manto que la cubre, si bien se pensaba que sólo llegaba hasta las rodillas, se confirmó que también cubre su vientre, lo cual podría resultar un símbolo significativo.
Finalmente, desde el punto de vista técnico, fue posible comprobar que da Vinci pintó primero el paisaje del fondo y luego aplicó una capa de transparencia para colocar el retrato en primer plano.
Con relación a “La Última Cena” se trata de un pintura mural (4,60 metros del alto por 8,80 metros de ancho) llevada a cabo entre 1495 y 1497, que se encuentra ubicada en una pared del comedor del convento dominico de Santa María delle Grazie, en Milán.
A causa de bombardeo sufrido durante la Segunda Guerra Mundial dicha pared fue la única que logró mantenerse en pie.
Aunque otros artistas han dado en pintar tan significativa escena bíblica (entre ellos Salvador Dalí), ha sido la obra de Leonardo la que logró cautivar más la imaginación de la gente. El florentino pintó el instante posterior a que Jesús pronunciara las palabras: “...alguno de Ustedes me traicionará”.
El personaje central, por supuesto, es Jesús, a quien Leonardo en sus notas de trabajo llama “el Redentor”. Mira hacia abajo y un poco hacia su izquierda, las manos extendidas al frente sobre la mesa, como si ofreciese algo al espectador.
Según el Nuevo Testamento, en esta cena Jesús instituyó el sacramento del pan del vino, por lo que sería razonable que hubiera allí, delante de él, algún cáliz o copa de vino.
Sin embargo, no existe tal copa, lo cual abona la postura de algunos artistas que creen ver un gesto vacío en esas manos abiertas.
Otras teorías se vinculan con la posibilidad de que los cubiertos y los panes de la mesa representen, por su ubicación, notas musicales de una melodía; así como que los cuadros oscuros que están a la izquierda encierren sombras demoníacas.
Por otra parte, el presunto apostol Juan resultaría ser en realidad María Magdalena, quien describe junto con Jesús una gran letra “M”, tal como si estuviesen literalmente unidos por la cadera y hubieran sufrido una separación o hubiesen decido apartarse voluntariamente.
Surgen entonces las preguntas obvias: quién era la tal “M”?; y porqué era tan importante?.
Resulta evidente que Leonardo trató de hacer participar (o recordar) al observador de su obra de cierta información que de otro modo hubiera sido demasiado peligroso efectuar.
En otro orden, se ha admitido que el personaje de Judas resulta ser en realidad un autorretrato del propio Leonardo.
Para finalizar, transcribo a continuación algunas frases de Leonardo:

-La belleza perece en la vida, pero es inmortal en el arte.
-El ojo recibe de la belleza pintada el mismo placer que de la belleza real.
-La pintura es poesía muda, la poesía, pintura ciega.
-La sabiduría es hija de la experiencia.
-No se puede poseer mayor gobierno, ni menor, que el de uno mismo.
-El que no valora la vida, no la merece.
-Donde hay más sensibilidad allí es más fuerte el martirio.
-Quien poco piensa se equivoca mucho.
-Si es posible, se debe hacer reír hasta a los muertos

Con afecto

Javier Hernando González de Kehrig

miércoles

Columna de Javier Gonzalez

La semana pasada manifesté que Leonardo da Vinci bien podría ser calificado como un arquetipo y símbolo del hombre del Renacimiento. Nacido en Vinci (Florencia) a mediados del siglo XV y muerto en Francia (en la ciudad de Amboise) en 1519, a los 67 años de edad. Pintor, anatomista, botánico, científico, escritor, escultor, filósofo, ingeniero, inventor, músico, poeta y urbanista. Estudió con el célebre pintor Andrea de Verrocchio y sus primeras obras de importancia fueron realizadas en Milán, al servicio del duque Ludovico Sforza. Más tarde trabajó en Roma, Bolonia y Venecia, pasando sus últimos días en Francia, invitado por el rey Francisco I. Su curiosidad infinita y su capacidad inventiva le permitieron alcanzar la estatura de ser considerado, tal vez, como la persona con el mayor número de talentos en distintas disciplinas que jamás haya existido. En su condición de ingeniero, inventor y científico desarrolló ideas y proyectos que, si bien en muchos casos no llegaron a concretarse en la realidad de los hechos por ser muy adelantados a su tiempo, significaron un progreso enorme en áreas tales como las de la anatomía, la ingeniería civil, la óptica y la hidrodinámica. Diseñó el helicóptero, el carro de combate, el submarino y el automóvil. Sin embargo, su fama mayor la obtuvo a partir de la pintura, siendo sus dos obras más célebres “La Gioconda” y “La Última Cena”. La primera de tales obras es una de las más misteriosas en la historia del arte. Pintada al óleo, representa supuestamente a Lisa Gherardini, mujer de Francesco de Giocondo, aunque existen versiones que apuntan a que en realidad se trata de un autorretrato, en versión femenina, de Leonardo. Por otra parte, los historiadores han confirmado la presencia de un código oculto, compuesto de letras y números, que se encuentra disimulado en los ojos de la mujer. En el ojo derecho pueden leerse, con la ayuda de una lupa, las iniciales LV (presumiblemente aluden al nombre del autor), mientras que en el ojo izquierdo se perciben símbolos que aún no han podido ser determinados con certeza, atento lo antiguo de la obra. En 2007 un estudio permitió detectar que los dedos de la mano izquierda quedaron incompletos, no descartándose que se hubiera tratado de un discurso alegórico. Del mismo modo, el manto que la cubre, si bien se pensaba que sólo llegaba hasta las rodillas, se confirmó que también cubre su vientre, lo cual podría resultar un símbolo significativo. Finalmente, desde el punto de vista técnico, fue posible comprobar que da Vinci pintó primero el paisaje del fondo y luego aplicó una capa de transparencia para colocar el retrato en primer plano. Con relación a “La Última Cena” se trata de un pintura mural (4,60 metros del alto por 8,80 metros de ancho) llevada a cabo entre 1495 y 1497, que se encuentra ubicada en una pared del comedor del convento dominico de Santa María delle Grazie, en Milán. A causa de bombardeo sufrido durante la Segunda Guerra Mundial dicha pared fue la única que logró mantenerse en pie. Aunque otros artistas han dado en pintar tan significativa escena bíblica (entre ellos Salvador Dalí), ha sido la obra de Leonardo la que logró cautivar más la imaginación de la gente. El florentino pintó el instante posterior a que Jesús pronunciara las palabras: “...alguno de Ustedes me traicionará”. El personaje central, por supuesto, es Jesús, a quien Leonardo en sus notas de trabajo llama “el Redentor”. Mira hacia abajo y un poco hacia su izquierda, las manos extendidas al frente sobre la mesa, como si ofreciese algo al espectador. Según el Nuevo Testamento, en esta cena Jesús instituyó el sacramento del pan del vino, por lo que sería razonable que hubiera allí, delante de él, algún cáliz o copa de vino. Sin embargo, no existe tal copa, lo cual abona la postura de algunos artistas que creen ver un gesto vacío en esas manos abiertas. Otras teorías se vinculan con la posibilidad de que los cubiertos y los panes de la mesa representen, por su ubicación, notas musicales de una melodía; así como que los cuadros oscuros que están a la izquierda encierren sombras demoníacas. Por otra parte, el presunto apostol Juan resultaría ser en realidad María Magdalena, quien describe junto con Jesús una gran letra “M”, tal como si estuviesen literalmente unidos por la cadera y hubieran sufrido una separación o hubiesen decido apartarse voluntariamente. Surgen entonces las preguntas obvias: quién era la tal “M”?; y porqué era tan importante?. Resulta evidente que Leonardo trató de hacer participar (o recordar) al observador de su obra de cierta información que de otro modo hubiera sido demasiado peligroso efectuar. En otro orden, se ha admitido que el personaje de Judas resulta ser en realidad un autorretrato del propio Leonardo. Para finalizar, transcribo a continuación algunas frases de Leonardo: -La belleza perece en la vida, pero es inmortal en el arte. -El ojo recibe de la belleza pintada el mismo placer que de la belleza real. -La pintura es poesía muda, la poesía, pintura ciega. -La sabiduría es hija de la experiencia. -No se puede poseer mayor gobierno, ni menor, que el de uno mismo. -El que no valora la vida, no la merece. -Donde hay más sensibilidad allí es más fuerte el martirio. -Quien poco piensa se equivoca mucho. -Si es posible, se debe hacer reír hasta a los muertos Con afecto Javier Hernando González de Kehrig

PROGRAMA 17 BLOQUE 6

PROGRAMA 17 BLOQUE 5

PROGRAMA 17 BLOQUE 4

PROGRAMA 17 BLOQUE 3

PROGRAMA 17 BLOQUE 2

PROGRAMA 17 BLOQUE 1 - NOAMS CHOMSKY

jueves

El Renacimiento por Javier Gonzalez

Hablar del Renacimiento es aludir a un movimiento cultural, cuyo surgimiento se produjo en Italia (más precisamente en Florencia) durante el siglo XIV, que se desarrolló en los dos siglos siguientes (el Quatroccento o siglo XV, y el Cinquecento o siglo XVI), que tuvo su apogeo al iniciarse el  XVI y que terminó por extenderse por toda Europa, excepto Rusia.
Este fenómeno marcó el fin de la Edad Media, es decir, diez siglos durante los cuales predominió un espíritu teológico y una mentalidad dogmática, y significó el inicio de la Edad Moderna (algunos autores relacionan su comienzo con la caída del Imperio Romano de Oriente, esto es, con la conquista turca de Constantinopla en 1453; mientras que otros consideran el mismo a partir de la llegada de Colón a América, ocurrida en 1492), y significó una nueva visión del mundo ya que el Teocentrismo (o enfoque en Dios), dió paso al Antropocentrismo (o enfoque en el ser humano) ya que las nuevas ideas consideraron al hombre como el centro de sus preocupaciones e inspiración.
El término renacimiento procede de la obra de Giorgio Vasari “Vidas de pintores, escultores y arquitectos famosos”, publicada en 1570, y trajo consigo una gran transformación cultural, no sólo en las artes, sino también en las ciencias, las letras y las formas del pensamiento.
Una de las características esenciales de este movimiento se emparenta con el rechazo a muchos de los principios del conocimiento medieval y por la admiración por el arte y la filosofía grecolatinas. Pretendió recuperar el saber clásico, buscando una nueva escala de valores para el individuo.
Frente a la sociedad medieval, en la que todo giraba en torno a la idea de Dios, el hombre  ahora pasó a ser el centro del universo, empleando la razón como fuente del conocimiento y buscando la verdad a través de la reflexión personal y la investigación.
Otra característica se vincula con el surgimiento del individualismo: el hombre se reconoce como un individuo espiritual.
Además,  esta época, en la que la separación entre lo cívico y lo religioso se hizo muy notoria , estuvo atravesada por una serie de cambios sociales y políticos y hasta por determinados descubrimientos científicos y geográficos.
En materia económica Las Cruzadas habían intensificado el tráfico comercial entre Oriente y Occidente; y los grandes feudos, autosuficientes por naturaleza, dieron paso a las ciudades estado (Venecia, Génova, Pisa y Florencia), cuyo crecimiento y enriquecimiento favoreció el surgimiento de la burguesía.
Copérnico descubre el sistema heliocéntrico (la tierra gira en torno del Sol) que viene a reemplazar el geocentrismo sostenido por Ptolomeo,  a partir del cual se creía lo contrario.
La invención de la brújula, el papel, la imprenta (Gutenberg) y la pólvora, sumados a la nueva mentalidad reinante, propiciaron los grandes descubrimientos geográficos y el acceso al conocimiento de un gran número de personas.
Por otra parte, la caída de Constantinopla en poder de los turcos despierta un gran interés por la traducción de los textos clásicos que llegan a Italia de la mano de los emigrados. La recopilación de los códices antiguos, el análisis y la asimilación del espíritu que animaba a griegos y romanos constituye el movimiento denominado Humanismo.
En materia artística, en la búsqueda  de relaciones de belleza y armonía a través de las matemáticas, los elementos góticos son reemplazados por los de las culturas grecorromanas.
La aparición de la perspectiva, esto es, la representación de la tercera dimensión, la utilización del óleo y la conversión del cuadro en objeto de deleite individual engendró a los coleccionistas y favoreció la ayuda de los mecenas, todo lo cual  contribuyó al auge de la pintura.
La iglesia, con la finalidad de que las artes estuvieran al servicio de la comunicación  y formación cristiana, continuó siendo el principal mecenas. Por tal razón, la Virgen, Cristo y los Santos se mantuvieron como temas preponderantes de la pintura y la escultura.
En definitiva, el arte renacentista girará en torno al ser humano, pero eso no significa que deje de ser religioso, sino que además de la Iglesia, aparecerán nuevos mecenas como, por ejemplo, los ricos comerciantes o la monarquía. Gracias al nuevo mecenazgo, el arte deja de desempeñar exclusivamente funciones religiosas y aparecen nuevos géneros y temas como los retratos, el desnudo, el paisaje o los cuadros mitológicos. Y además de iglesias, también se construyen palacios, ayuntamientos, universidades, etc.
Filippo Brunelleschi fue el arquitecto más importante del siglo XV en Italia y verdadero emblema del nacimiento de la arquitectura renacentista.
Rafael, Miguel Ángel y Leonardo da Vinci son considerados pilares del Cinquecento italiano. El primero de ellos como uno de los genios de la pintura de todos lo tiempos.
Miguel Ángel se destacó no sólo como escultor (“La piedad”, “David”, “Moisés”) sino también como pintor (“La creación”, “El juicio final”).
Leonardo bien podría ser calificado como el prototipo absoluto del hombre humanista del Renacimiento: pintor (la “Gioconda”, “Ultima cena”, “Virgen de las rocas”), escultor, ingeniero, geómetra, etc.
En virtud de la expansión de este movimiento a otros países de Europa, la lista de personalidades que sobresalieron en distintos campos del arte resulta interminable, destacándose, entre otros, Donatello, Tiziano, El Tintoretto, Masaccio, Botticelli, Dante, Maquiavelo, Cervantes y Shakespiare. 
Con afecto


Javier Hernando González de Kehrig

Laura de Marco interpretando a Flavia Brown


Laura de Marco


Laura de Marco y su compañero Matías Foreiter



miércoles

PROGRAMA 16 BLOQUE 9 - LAURA DE MARCO Y MATIAS FOREITER - DANIEL PAPARATO Posted 1 min ago1 min

PROGRAMA 16 BLOQUE 8 - JAVIER GONZALEZ

PROGRAMA 16 BLOQUE 7 - LAURA DE MARCO PARTE 5

PROGRAMA 16 BLOQUE 6 - LA CHINU FLOR

PROGRAMA 16 BLOQUE 5 - LAURA DE MARCO PARTE 4 (WI FI)

PROGRAMA 16 BLOQUE 4 - LAURA DE MARCO PARTE 3 (FLAVIA BROWN)

PROGRAMA 16 BLOQUE 3 - LAURA DE MARCO PARTE 2

PROGRAMA 16 BLOQUE 2 - LAURA DE MARCO PARTE 1

PROGRAMA 16 BLOQUE 1 - MUSICAS, LECTURAS Y MUSICAS

miércoles

Hugo Urlacher

Esto lo dibujo el maestro en menos de 20 minutos, con una bic negra...


Muestra de Hugo Urlacher




El Mayo francés por Javier Gonzalez

 Hoy tengo la intención de hablar de lo que se conoce como vulgarmente como Mayo francés o Mayo del 68 y del papel que desempeñó una figura descomunal en el campo de la filosofía y del arte. Me refiero al francés Jean Paul Sartre.
Los acontecimientos se relacionaron con una cadena de protestas que se llevaron a cabo, básicamente, en París durante mayo y junio de 1968, durante el gobierno de Charles De Gaulle (héroe de la resistencia a la ocupación nazi perpetrada en 1940 en el marco de la Segunda Guerra Mundial), iniciada por grupos de estudiantes de izquierda contrarios a la sociedad de consumo, a los que luego se unieron obreros de la industria, los sindicatos y el Partido Comunista francés.
El resultado de estos sucesos derivó en la mayor huelga de la historia de Francia e hizo tambalear a un gobierno que no previó la magnitud de las protestas y que llegó a temer una insurrección de carácter revolucionario.
Sin embargo, la mayor parte de los sectores participantes no llegaron a plantearse la toma del poder y las protestas finalizaron cuando De Gaulle anunció las elecciones anticipadas para el 23 y 30 de junio de 1968.
Lo ocurrido en Francia, esto es, una ola de protestas encabezadas por sectorres politizados de la juventud, se extendió durante 1968 a otros países, entre ellos, las entonces República Federal de Alemania y Checoslovaquia, Suiza, Méjico, España, Uruguay, Estados Unidos y Argentina.
A continuación transcribo algunas de las múltiples consignas que aquel momento:

“Somos demasiado jóvenes para esperar”
“El patriotismo es un egoísmo en masa”
“Haz el favor de dejar al Partido Comunista tan limpio al salir de él como te gustaría encontrarlo entrando en él”
“No vamos a reinvindicar nada, no vamos a pedir nada. Tomaremos, ocuparemos”
“Dios: sospecho que eres un intelectual de izquierda”
“El aburrimiento es contrarevolucionario”
“Seamos realistas, exijamos lo imposible”
“La acción no debe ser reacción sino creación”

En mi opinión, resulta imposible llegar a comprender acabadamente los procesos sociales si se prescinden de sus múltiples causas.
En tal sentido me parece pertinente traer a colación una corriente filosófica o de pensamiento que tuvo su origen en el siglo XIX y que se prolongó aproximadamente hasta la segunda mitad del siglo XX.
Se trata del existencialismo y sus seguidores se caracterizaron principalmente por su reacción contra la filosofía tradicional, centrando su análisis en la condición de la existencia humana, la libertad, la responsabilidad individual, las emociones y el significado de la vida.
El existencialismo podría ser descripto como el rechazo a pertenecer a cualquier escuela de pensamiento y como el repudio a la adecuación a cualquier cuerpo de creencias y/o sistemas.
Uno de sus postulados fundamentales, pertenciente a Sartre, afirma que “la existencia precede a la esencia”, esto es, que no hay una naturaleza humana que determine a los individuos, sino que son sus actos los que los determinan.
Esto incita en el ser humano la creación de una ética de la responsabilidad individual, apartada de cualquier sistema de creencias externo a él, que busca superar  las moralinas y los prejuicios.
Es posible encontrar sus antecedentes en las obras de Kierkegaard y de Nietzsche, y en menor medida en Schopenhauer y en las novelas de Dostoievski (“Crimen y Castigo”, “El jugador”, “Los hermanos Karamázov”, entre otras).
En el siglo XX los filósofos más representativos del existencialismo fueron Martín Heidegger, Karl Jaspers, Jean Paul Sartre, Miguel de Unamuno, Simone de Beauvoir y Albert Camus.
En los años 1940 y 50 Sartre, Camus y Simón de Beauvoir dieron a conocer escritos académicos o de ficción que popularizaron temas existenciales del tipo de la libertad, la nada y el absurdo.
La conferencia llevada a cabo en 1946, titulada “El Existencialismo es un Humanismo”, es considerada el manifiesto del existencialismo. En ella se plantea que la cultura, por ser pura subjetividad,  va cambiando con el tiempo, y el hombre, por tener conciencia de sí mismo, es un proyecto que se realiza viviendo.
No es posible hallar una esencia que explique qué es ser hombre, él es responsable de sí mismo.
El hombre, sin un Dios que justifique sus valores morales o éticos para legitimar su conducta, cada vez que elige se enfrenta a sí mismo sin justificaciones o excusas: está condenado a ser libre.
De este modo la moral existencialista se asemeja al arte, ya que en ambos casos hay creación (existencia) e invención (esencia).
En otro orden, el proceso de descolonización de Asia y de África, en cuyos continentes Francia conservaba aún sus colonias, se va abriendo paso después de concluida la Segunda Guerra Mundial.
Los frentes de liberación nacional coloniales van tomando conciencia de sus posibilidades de independencia de las metrópolis.
Los existencialistas y en especial Sartre denuncian la brutalidad y la injusticia  y demandan activamente la liberación de los países colonizados.
Ese activismo político continuó con las protestas de mayo de 1968 y Sartre, que abandonó el partido comunista, adhirió a la extrema izquierda maoísta y colaboró con los estudiantes rebeldes participando en las Asambleas de la Sorbona ejerciendo su inmensa influencia intelectual.

Con afecto.


Javier Hernando González de Kehrig