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Javier Gonzalez presenta: Hume

En el programa anterior estuvimos hablando de la filosofía de Descartes, que planteó la duda metódica como un instrumento válido para poder alcanzar un conocimiento absolutamente cierto, más allá de toda posible duda.
En este contexto Descartes sostuvo que todo conocimiento sensible resultaba dudoso, fundando su postura en dos argumentos esenciales: a) las ilusiones de los sentidos (debería desecharse el saber que los sentidos proporcionan); y b) los sueños (no existen posibilidades de distinguir con absoluta certeza el sueño de la vigilia).
Así las cosas, según el racionalismo, el verdadero conocimiento es aquel que se logra con la sola y exclusiva ayuda de la razón, es decir, sin ayuda de la experiencia.
Ahora bien, el empirismo surge como un movimiento crítico del racionalismo, ya que sosteniendo una tesis contraria a éste, afirma que todo conocimiento deriva, en última instancia, de la experiencia sensible, única fuente de conocimiento sin la cual no sería posible lograr saber alguno.
La filosofía empirista llevó a cabo una saludable autocrítica de la razón, fijó sus límites y restringió sus posibilidades asentándola en el ámbito de la experiencia.
Para el racionalismo el ideal del conocimiento se hallaba en las matemáticas, donde los juicios son universales y necesarios, mientras que el empirismo lo encuentra en las ciencias naturales, cuyos juicios son particulares y contingentes.
El conocimiento de las cosas y de los procesos se logra mediante la sensibilidad, mientras que la razón se limita a ordenar lógicamente los materiales que los sentidos ofrecen.
Sus características fundamentales son: a) para conocer el mundo se ha de partir del propio sujeto, no de la realidad en sí; b) el origen del conocimiento deriva de la experiencia; c) la mente no contiene ideas innatas, sino que es como una hoja en blanco que debe llenarse a partir de la experiencia y el aprendizaje; d) la experiencia es el límite de la capacidad de la mente humana; e) cualquier idea compleja ha de ser explicada por combinación y mezcla de ideas simples; f) el  método adecuado para dirigir el pensamiento es el experimental e inductivo; g) es posible conocer las cosas y sus cualidades físicas pero las cualidades morales o estéticas no pueden percibirse ni tienen valor cognoscitivo, sino que la guía para la vida humana es el sentimiento.
El precursor de esta corriente fue el inglés Francis Bacon quien afirmó que el único método científico consistía en la observación y la experimentación y construye una teoría de la inducción, esto es, un razonamiento que va de lo individual a lo general.
Sin embargo, el representante más ilustre de esta escuela fue el escocés David Hume, quien vivió durante el siglo XVIII.
Hume, que fue un extraordinario escritor y ensayista sostuvo que todo conocimiento, en última instancia, procedía de la experiencia (externa o de los sentidos o íntima, esto es, la autoexperiencia).
Su fuerte residió en una extraordinaria capacidad para el análisis psicológico.
Puso la razón al servicio de la ética laica y de aspiraciones universalistas con sus ideas de libertad y derechos humanos.
De esta manera, el proceso de emancipación del hombre consistirá en erradicar las supersticiones de creencias dogmáticas y rechazar la tiranía de los mandatarios totalitarios, eligiendo en la vida propia en libertad.
Su estudio consistirá en un análisis de los hechos psíquicos de la propia experiencia,  a los que él llamará percepciones del espíritu (donde el término percepción resulta equivalente a cualquier estado de conciencia).
A las percepciones que se reciben de forma directa las llama impresiones, a las cuales, a su vez, divide en impresiones de la sensación (se relacionan con los sentidos y están referidas al “mundo exterior”); e impresiones de la reflexión (vinculadas a la propia interioridad).
Las percepciones derivadas, a las que Hume llama ideas, pueden ejemplificarse con los hechos de la memoria o de la fantasía. El recuerdo o la fantasía no son estados originarios sino derivados de una impresión.
Para Hume todos nuestros conocimientos derivan, directa o indirectamente, de las impresiones y el espíritu humano no tiene otra chance como no sea manipular los materiales que las impresiones suministran, valiéndose para ello de las leyes de asociación de ideas, de acuerdo con la siguiente clasificación: 1) asociación por semejanza; 2) asociación por contigüidad en el tiempo y en el espacio; y 3) asociación por causa y efecto.
En función de lo hasta aquí señalado, el principio fundamental del empirismo es planteado por Hume en los siguientes términos:
“...todos los materiales del pensar se derivan de nuestras sensaciones externas o internas. Sólo la mezcla y composición de éstas pertenece al espíritu y a la voluntad....” “...todas nuestras ideas o percepciones más débiles son copia de nuestras impresiones más vivaces”.
Los dos argumentos que utiliza Hume para probar el principio empirista se relacionan con lo siguiente: I) El análisis de nuestras ideas, por más complicadas o sublimes que sean, en última instancia se reducen siempre a impresiones; II) Si por defecto del órgano alguien no fuera capaz de experimentar sensación alguna, tendría la misma incapacidad para formar ideas correspondientes (un ciego no puede formarse noción de los colores ni un sordo de los sonidos).
Para finalizar, Hume concluye que los únicos campos de conocimiento legítimo son las matemáticas y las ciencias de la naturaleza, ya que el entendimiento humano, fuera de esos límites, no puede hacer otra cosa sino perderse en falacias y engaños.  
Con afecto.


Javier Hernando González de Kehrig