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JAVIER GONZALEZ PRESENTA KARL MARX - PARTE 2

Hoy quisiera concluir con la descripción de algunos de los múltiples conceptos que conforman el pensamiento de Karl Marx. Antes que nada cabe resaltar lo pasional de su filosofía. Cree que el hombre, una vez tomada conciencia de su situación ignominiosa, habrá de rebelarse con indignación ante la injusticia y la opresión que padece. Marx representa la eterna voz de la rebelión ante la situación humillante por la que atraviesa la clase obrera. Desde su esquema de pensamiento Marx necesita que la burguesía triunfe a nivel mundial, para que a partir de su consolidación surja el sujeto histórico que terminará por enterrarla: el proletariado. Por tal razón estudia la dinámica de la burguesía, cuya característica esencial se vincula con la expansión o bien, utilizando una terminología de nuestros días, con la globalización. Tal vez el mejor ejemplo de ese carácter expansivo por parte de la burguesía deba hallarse en el mal llamado “Descubrimiento de América”, ya que a partir de esa circunstancia la creación de un nuevo mundo fue posible y cuya existencia resultó determinante para el posterior surgimiento del capitalismo, tal como veremos más adelante. Ahora bien, esta concepción de la historia, a partir de la cual la burguesía necesariamente debe adueñarse de toda la territorialidad del planeta para que surja luego el proletariado revolucionario que la negará, condenó al mundo colonial a tener que esperar el ser conquistado por los países de la metrópoli. Esta visión del mundo, por ejemplo, llevó a Marx a estar en contra de Simón Bolivar, así como también de cualquier intento que retrasara la consolidación burguesa. En este punto cabría plantearse el porqué del fracaso, en la práctica, de las ideas concebidas por Marx. En primer lugar resulta evidente que en los países más desarrollados del mundo la burguesía, lejos de ser enterrada por el proletariado, se muestra cada vez más fuerte y ha ocurrido más bien lo contrario. Por otro lado, analizando los ejemplos de la ex Unión Soviética, China y Cuba, donde se intentaron llevar a la práctica las ideas de Marx, es posible corroborar la total ausencia de una burguesía consolidada, habiéndose tratado, en los tres casos, de poblaciones esencialmente campesinas. Ante tal carencia fueron las vanguardias las protagonistas de las revoluciones, y no las masas. Tales vanguardias, sintiéndose dueñas de la verdad revolucionaria, crearon “el partido”, se fijaron como objetivo educar al pueblo, que no contaba con una ideología revolucionaria, e hicieron de la ideología un dogma. La administración de ese dogma, al que toda la sociedad debió someterse, quedó a cargo de la burocracia del partido, el cual eligió a un líder que terminó por convertirse en un Dictador Revolucionario. De tal manera, al no preverse la formación de cuadros, las revoluciones quedaron detenidas en el tiempo y fracasaron irremediablemente. Para finalizar me gustaría hacer referencia, brevemente, a tres conceptos claves en el pensamiento marxista. Éstos son la plusvalía, la acumulación del capital y el fetichismo de la mercancía. Con relación al primero de ellos Marx realiza un análisis de las mercancías y establece, respecto de éstas, dos aspectos característicos: el valor de uso o el valor de cambio, según sea la intención de su propietario, esto es, su uso personal o su venta. A tales efectos consideró que el valor de las mercancías resulta equivalente al tiempo de trabajo socialmente necesario para construirlo; y que el valor de la fuerza de trabajo se encuentra constituido por todo aquello que contribuye a mantener viva la fuerza de trabajo (vivienda, ropa, comida, etc. del trabajador y su familia). Ahora bien, en su análisis Marx arriba a la conclusión de que el obrero produce más que el valor de su fuerza de trabajo y a ese exceso de horas no remuneradas lo llama plusvalía. En otro orden, en el Capítulo XXIV de “El Capital” menciona, respecto de la acumulación del capital que “El capital viene al mundo chorreando lodo y sangre”, ya que ésta se perpetró, según su criterio, como consecuencia del saqueo colonial iniciado con Cristóbal Colón, y continuado por los conquistadores españoles y los piratas británicos. Finalmente, con relación al fetichismo de las mercancías Marx sostiene que el deslumbramiento que provoca un objeto vela las condiciones de su producción, verificándose la paradoja de que un objeto bello o vinculado a una emoción bien podría haber sido construido o elaborado bajo la más humillante explotación y, sin embargo, tal circunstancia quedaría oculta a nuestra mirada. En definitiva, si los hombres se desarrollan mirando, comprando y deseando mercancías la vida deviene cosa y todos terminamos transformados en ellas. Con afecto.