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JAVIER GONZALEZ PRESENTA KARL MARX

En esta ocasión, intentando darle a estas charlas una cierta coherencia argumental, me gustaría referirme a Karl Marx, considerado el más brillante referente entre todos aquellos que conformaron la denominada izquierda hegeliana. Marx, un hombre del siglo XIX, nace en el antiguo reino de Prusia en el seno de una acomodada familia judía. Su padre fue un abogado de ideas liberales y cuando Prusia anexó la zona de Renania los judíos ya no pudieron actuar en la administración de justicia. Por tal motivo toda la familia adhiere al protestantismo. Estudió Derecho, Filosofía histórica, historia del arte, literatura y ejerció el periodismo. El concepto fundamental que Marx toma de Hegel, en su condición de discípulo de éste, es el de la negación en la historia, esto es, la dialéctica. En tal sentido, plantea que del mismo modo que la burguesía negó al feudalismo, el proletariado negará (es decir, combatirá y superará) el orden burgués para instalar, en una suerte de instancia superadora, una sociedad sin clases (llamada “sociedad genérica”) en la que no existirá explotación del hombre por el hombre. En definitiva está convencido de que la burguesía ha engendrado a su enterrador: el proletariado. Asimismo, tomará de la dialéctica del amo y el esclavo el concepto del esclavo trabajador. En este punto cabe destacar que el estudio que Marx lleva a cabo se relaciona con el proletariado industrial británico y era en Inglaterra donde la revolución industrial había alcanzado su máximo desarrollo. A continuación quisiera referirme al concepto “materialismo histórico”. Se trata en realidad de la concepción que Marx tiene de la historia. El proletariado trabaja con la materia y este pensador concibe a la historia como una materia, de allí que focaliza su estudio en las relaciones de producción, en las clases sociales y en los conflictos sociales y políticos. Sostiene que “La historia de las sociedades es siempre historia de las luchas de clases”. El desarrollo de estos temas es llevado a cabo en sus obras “El manifiesto comunista” y el “El Capital”. Ahora bien, otra cuestión que no debería ser pasada por el alto en el pensamiento de Marx es aquella vinculada con la religión. Su famosa frase, muchas veces mal interpretada, “La religión es el opio de los pueblos” debe ser analizada adecuadamente. Él cree que la filosofía debe estar al servicio de tornar explícita la humillación a la que se encuentra sometida la clase obrera (“hay que hacer la ignominia más ignominiosa, pensándola, haciéndola conocer”). Sostiene que al tomar conciencia el obrero de la situación de indignidad en la que vive, ésta se volverá intolerable para quien la padece. Por el contrario, si alguien que vive una humillación y no toma conciencia de ello, bien podría vivir de ese modo toda su vida. En resumen, la lucha de Marx consiste en que los humillados tomen conciencia de su situación ignominiosa y se revelen contra ese estado de cosas. Afirma que la religión, al prometerle al hombre una eternidad celestial como recompensa, adormece esa lucha por superar la indignidad social (“los hombres no pueden pensar en el Reino de los Cielos”). No se trata de ocuparnos del Cielo sino de la Tierra, que es el lugar donde los hombres sufren y son humillados. Tal vez el antecedente de esta concepción puede ser encontrada en la obra de otro discípulo de Hegel, Ludwig Feuerbach, quien escribió una crítica a la religión (del mismo modo que luego se encargarán de hacer Nietzsche y Sartre) a la que llamó “La esencia del cristianismo” y en la que plantea básicamente un ateísmo humanista en el que no existe el alma y el hombre perece como individuo pero no como especie. Así las cosas, Dios es en realidad una entidad proyectada por los hombres, creada para paliar la angustia existencial derivada de la falta de ciertos atributos que la humanidad posee como género aunque no cuando se la considera individualmente, tales como la inmortalidad, la omnipresencia y la omnipotencia. Sin dudas la pensamiento de Marx encarna una filosofía de la praxis y en la tesis 11 de su obra “Tesis sobre Feuerbach” expresa, a modo de conclusión, que hasta ahora “Los filósofos no han hecho más que interpretar de diversos modos el mundo, pero de lo que se trata es de transformarlo”. Con afecto. Javier H. González de Kehrig