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JAVIER GONZALEZ PRESENTA EL IMPRESIONISMO EN LA PINTURA

En esta oportunidad me gustaría abordar un tema relacionado con el arte, más precisamente con el impresionismo en la pintura. Se trató de un movimiento surgido en París a finales del siglo XIX, considerado el punto de partida del arte contemporáneo, que apareció como consecuencia del desacuerdo con las encorsetadas fórmulas preconizadas por la Academia Francesa de Bellas Artes, la cual patrocinaba las exposiciones oficiales del Salón parisino. En este punto cabe aclarar que a mediados del siglo XIX el Salón era la única vía con la que los artistas contaban para poder triunfar. A principios de la década de 1860 comenzaron los cuestionamientos al sistema y a los jurados, respecto de la selección de las obras a exponerse. Tanto fue así que en 1863 más del sesenta por ciento del arte enviado al Salón fue rechazado. Por tal motivo, el emperador Napoleón III dispuso que las obras que no habían sido aceptadas por la Academia se exhibieran en el llamado “Salón des Refusés” (“Salón de los Rechazados”), destacándose, entre ellas, una pintura de Eduard Manet, titulada “Desayuno en la hierba” (conocida también como “Merienda campestre”), la cual produjo furia y escándalo entre el público. La razón de semejante reacción estuvo motivada en el hecho de que el desnudo pintado por el artista no formaba parte de mito clásico alguno ni de un mensaje alegórico. En la tela se observa a una mujer desnuda entre dos hombres vestidos a la moda. A pesar de rechazar el calificativo, Manet es considerado el primer pintor impresionista, ya que mostró de qué manera podían obtenerse sutiles representaciones de luz a partir de la yuxtaposición de colores fuertes y contrastados. Los impresionistas, rehuyendo de las penumbras del atelier y de las rígidas normas del academicismo pintaron al aire libre buscando la belleza en la naturaleza, exaltando la continua mutación de las luces y los colores en el paisaje y las figuras. El objetivo fue conseguir una representación del mundo espontánea y directa, para lo cual se preocuparon más por captar la incidencia de la luz natural sobre el objeto que por la exacta representación de su formas, ello debido a que la luz tiende a difuminar los contornos y a reflejar los colores de los objetos circundantes en las zonas de penumbra. De ese modo, eliminaron los detalles minuciosos y las formas fueron tan sólo sugeridas, consiguiendo así ofrecer una ilusión de realidad aplicando directamente sobre la tela pinceladas cortas y yuxtapuestas, que mezcladas por la retina del observador desde una distancia óptima aumentaban la luminosidad de la obra. Sin embargo, los intentos por plasmar efectos de la luz natural no eran nuevos. En el siglo XVII Jan Veermer y Diego Velázquez; y Francisco de Goya, en el siglo siguiente, captaron la impresión lumínica mediante la eliminación de sombras secundarias y la introducción de zonas de luz en detrimento de la nitidez de los contornos. Más cercanos aún, los ingleses Constable y Turner, junto con los pintores de la Escuela de Barbizón constituyeron, asimismo, antecedentes del movimiento impresionista francés. En tal sentido, Camille Corot, miembro circunstancial de dicha escuela, interpretó los fugaces cambios lumínicos en una serie de temas pintados a diferentes horas del día. De igual modo, los maestros Boudin y Courbet enseñaron a sus discípulos a expresar un sentimiento de espontaneidad en sus obras y a buscar la inspiración en la vida cotidiana, respectivamente. Las principales figuras de este movimiento fueron Claude Monet, Edgar Degas, Camille Pisarro y Auguste Renoir, habiéndose realizado el 15 de abril de 1874 la primera exposición impresionista, la que se llevó a cabo en París, en un salón propiedad de un fotógrafo (a los impresionistas les interesó la fotografía por su instantaneidad). Inicialmente la crítica trató con dureza a los impresionistas ya que atribuían la falta de acabado de la obras a la supuesta pereza de los artistas. El término impresionista, adoptado oficialmente durante la tercera exposición celebrada en 1877, fue utilizado por primera vez, en tono de burla, por el crítico Leroy en la revista Charivari para denominar el cuadro de Monet titulado “Impresión, amanecer”, de 1872. En 1886 se celebró la última exposición de esta escuela (fueron apenas ocho en total), no obstante lo cual su influencia fue enorme en los movimientos artísticos que se desarrollaron durante las décadas posteriores. Tan sólo Monet fue ortodoxo en la aplicación de la teoría impresionista. Resultan claros ejemplos de tal influencia el puntillismo ejercido de George Seurat, quien ejecutó sus obras en base a pequeños puntos de color aplicando así una derivación de la teoría impresionista; aAsí como también cabe citar los casos de los postimpresionistas Paul Cézanne (que anticipó el cubismo), Henri Toulouse-Lautrec, Paul Gauguin y Vincent van Gogh (estos últimos representando el inicio del expresionismo). Con afecto.