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JAVIER GONZALEZ: EL BEBOP

Hoy me gustaría intentar vincular dos hechos históricos, el crack de 1929 y la posterior gran depresión, y la entrada oficial de los Estados Unidos en la Segunda Guerra Mundial, con tres manifestaciones artísticas que se dieron en ese país, de manera simultánea en la música, en la literatura y en la pintura. La idea es dejar constancia de la función que cumple el arte en su intento por dejar testimonio (y porqué no modificar), al menos de una parte de la realidad. Al llegar los años 40 y en materia musical el jazz se encontraba en un callejón sin salida. El swing, que había florecido en la década anterior gracias a la derogación de la prohibición del alcohol y al éxito y la popularidad de formaciones de músicos blancos, tales como Benny Goodman o Glenn Miller, representaba, a su vez, una importante limitación para los músicos, ya que debían tocar en grupos grandes (Big bands). Por otra parte, en 1941 una buena parte de los músicos de jazz se vieron obligados a ingresar a las fuerzas armadas y colaborar en las bandas del ejercito o grabar discos para esparcimiento de la tropa. Tal circunstancia propició la llegada a las orquestas de un gran número de músicos muy jóvenes para sustituir a los movilizados por la guerra. Además, tras la guerra los circuitos comerciales se habían hundido y las Big bands, en consecuencia, se desintegran y los músicos se dispersan en infinidad de pequeños grupos. Tampoco puede dejarse de lado el hecho de que, en Europa, los nacionalsocialistas calificaban al jazz de música “degenerada”. Las circunstancias antes detalladas determinaron el surgimiento de un nuevo estilo, el bebop, cuyos líderes indiscutibles fueron Charlie Parker y Dizzy Gillespie. Sin perjuicio de ello, la influencia cubana también hizo su aporte de la mano del trompetista Mario Bauzá y el conguero Chano Pazo. Entre los nuevos músicos Thelonius Monk fue uno de los primeros en adaptar el piano al bebop, del mismo que Charles Mingus y Miles Davis hicieron lo propio con el contrabajo y la trompeta, respectivamente. Entre las cantantes femeninas se destacaron Billie Holiday, Ella Fitzgerald y Sarah Vaughan. Este nuevo estilo, por su ritmo furioso y por su actitud de resistencia y rechazo cultural a la colonización de la música negra por el mercado, lo acercan al blues y al jazz primitivo. Se trata de un verdadero regreso a las fuentes no sólo en materia musical sino también desde el punto de vista social, ya que vuelve a incluir a quienes se encuentran en los márgenes de la sociedad (poetas, artistas, traficantes de drogas, proxenetas, etc.). En sus comienzos el bebop recibió el rechazo de la crítica jazzística y jamás llegó a ser tan popular como el swing, ya que no era una música fácil, sino creativa e impredecible. La eclosión del bebop fue muy breve, y además en 1942 el Sindicato de Músicos prohibió a los artistas grabar sus canciones, como una forma de protesta por la falta de ingresos por la música reproducida por las radios. Finalmente, aunque el gran público se siguió inclinando más hacia una música de entretenimiento y espectáculo, representada por cantantes de baladas como Frank Sinatra y Bing Crosby, algo comenzó a cambiar en la política estadounidense, surgiendo las primeras emisiones radiofónicas destinada al público afroamericano. En otro orden, el bebop tiene una estrecha relación con el movimiento literario, formado por un grupo de amigos, denominado Generación Beat y que desde mediados de los años cuarenta trabajaron juntos escribiendo poesía y prosa. Originalmente entre la comunidad afroamericana el término beat aludía a “cansado” o “abatido”. Sin embargo, en 1959 Jack Kerouac uno de sus principales miembros del movimiento consideró que el sentido del dicha palabra se relacionaba con beatitud, y que la labor del grupo estaba orientado hacia la comprensión del pensamiento oriental y la meditación. Otro posible significado fue el que sugirió Allen Ginsberg, quien manifestó que el significado de la palabra beat se vinculaba con el término “acabado”, “completo”, e incluso “abierto”, en el sentido de “apertura a la humildad”. Las mujeres integrantes de este movimiento fueron tratadas con gran dureza por la sociedad americana, debido a la postura descarada y libertaria de la poesía que cultivaban, en contraposición a las formas moralistas de la época. La estética de este movimiento fue absorbida por la cultura de masas y por la clase media hacia finales de los años cincuenta y principio de los sesenta. Su canto a la liberación espiritual derivó hacia una liberación sexual, actuando como catalizador en los movimientos de liberación de la mujer y de los negros, el ascenso de la contracultura hippie e indirectamente la liberación de los homosexuales. Ejerció influencia en gran número de músicos, entre ellos, Bob Dylan y Jim Morrison. Por último, en el campo pictórico, el expresionismo abstracto o Escuela de Nueva York es un movimiento surgido en Estados Unidos en los años cuarenta y que décadas después de difundió por todo el mundo. Sus características formales son: a) la preferencia por los grandes formatos; b) la eliminación de la figuración, salvo excepciones; c) la inexistencia de jerarquía entre las distintas partes de la tela y una concepción de la superficie de la pintura para significar un campo abierto sin límites; y d) un cromatismo muy limitado (la obra se reduce prácticamente a un solo color). Contribuyeron al surgimiento de este movimiento, entre otros factores, la crisis de 1929 y la Segunda Guerra Mundial, lo cual explica el contenido emocional de las obras, cuyos rasgos distintivos se vinculan con la angustia y el conflicto de la sociedad en la que fueron engendrados. Se destacan como sus máximos exponentes Arshile Gorki (como iniciador del movimiento) y Jackson Pollock (como creador del “action painting” o pintura gestual en la que no se plasma en la tela una imagen sino una acción) y Mark Rothko (como creador del “color field painting” en la que se emplea un solo color en distintas tonalidades y que resulta anticipatoria de la pintura minimalista). Con afecto. Javier Hernando González de Kehrig